Pero, así como las ondas de radio, que no las vemos pero existen, a la misma hora que hay una función en el Teatro Premium de Los Naranjos también hay una en el Teatro Luis Peraza en Valle Abajo. Los actores que trabajan en Escena 8 en Las Mercedes, actúan al unísono de los que lo hacen en el Antiguo Teatro La Comedia de Parque Central. Y cuando el público aplaude emocionado en Teatrex, en C.C. Paseo El Hatillo, probablemente lo haga al mismo tiempo que el que aplaude el final de una función del Teatro San Martín, en la avenida del mismo nombre.
María Brito, Directora Artística del Teatro San Martín, dice que están acostumbrados. Que así ha sido siempre. Ellos se han abocado a trabajar “de Capitolio para acá”, captando su público con volantes, pendones, una muy visitada cartelera dentro del teatro y alguna que otra gacetilla de prensa que les publican cuando el espacio del periódico lo permite.
Juan Antonio González, Coordinador de Arte y Cultura de El Nacional, reconoce las limitaciones de espacio en el periódico. No se dan abasto con la agenda diaria y el cuerpo “Voy “de los jueves. Además tienen un déficit de reporteros para la fuente, pero aprovecha para acotar una limitación aún más fuerte: las vías de comunicación con los teatros y los grupos no son siempre fluidas.
Desde un sótano de la Torre Este de Parque Central donde está la Fundación Espacios Culturales (antiguo Teatro La Comedia) publicar algo en El Nacional se ve aún más lejos. Entregan volantes, usan las redes y solo publican algo “cuando se puede”. Botas Verdes, que así se hace llamar el encargado (lo conozco desde hace mucho y puedo dar fe que ni él recuerda su nombre original), ve el futuro de nuestro teatro “escoñetado… ¿puedo decirlo así o tengo que hablar con protocolo?” Siente que el público ha bajado, que no se le da importancia al teatro. Ante la pregunta de que mejoraría todo esto responde: “una revolución, pero no gubernamental, una revolución teatral”.
En otro sótano, pero ahora bajo la Iglesia San Pedro de Valle Abajo, Manuel Chourio, miembro del equipo de producción y parte del elenco juvenil del TET, cuenta que tampoco ahí hay avisos de prensa, sino mucho e-mail y redes sociales. Chourio habla del respeto a las distintas tendencias, propuestas y maneras de trabajar, y hace un llamado a pensar en nuevas estrategias de promoción y autogestión para no caer en la dependencia estatal. Con esto en mente organizan mensualmente unos “Convites” como espacios de intercambio cultural, de interacción, de autogestión y sobre todo de aproximación al público joven. Y justamente sobre este público María Brito cuenta lo que les ha costado atraer a los jóvenes a San Martín y como lo han logrado. Una de sus mejores estrategias ha sido interactuar con los estudiantes de teatro, presentando obras para ellos e invitándolos a trabajar en sus producciones. “No han venido grandes cantidades, pero han venido”
Carlos Herrera, un indoblegable crítico de teatro de nuestro país, en un reciente post en su blog Público y gente joven da su apreciación sobre mi post ¿Las nuevas generaciones van al teatro?, y habla de un fuerte movimiento de “teatro periférico” y da fe de que “ciertos espectáculos conformados por grupos emergentes o con una ya traza de algo más de cinco años tienen casi el 90% de sus aforos abarrotados de gente joven”.
Y aunque hice el ejercicio de investigar en redes, medios y por teléfono, desafortunadamente tan invisible es este teatro periférico para un grupo de la población, como lo puede ser el teatro como él lo llama “hegemónico” para otro sector. Todo depende de dónde estés ubicado. Como me dijo Botas Verdes: “Creo que el trasnocho le está yendo bien pero tengo años que no voy”.
Puede ser un tema social, de información, de promoción, de redes o de presupuesto. Tal vez el problema sea que nos acostumbramos demasiado a vivir en nuestras burbujas, bien sean “de Capitolio para acá”, o de Las Mercedes para allá. No lo sé.
Lo que no puedo evitar es una fuerte sensación de que el futuro no está en un lugar con burbujas, sino en un lugar lleno de puentes, en el que el precio de la entrada no sea una barrera sino una herramienta y en el que las propuestas de los artistas de teatro puedan llegarle a los que habitamos esta ciudad solo con las limitantes que proporcionan el gusto y la elección de cada persona.
Juan Antonio González piensa -como yo- que poder discutir sobre todo esto ya es un logro, “porque pareciera que hay terror a plantear los problemas para discutirlos”. Así que desde este blog seguiremos aportando nuestro grano en la discusión, porque con ella soñamos fortalecer y potenciar los canales de comunicación entre los medios, los artistas, los grupos, los teatros y por supuesto el público.
Tal vez así el teatro venezolano empiece a dejar de ser invisible para tantos venezolanos.
FOTO: CARACAS EN CAPAS, POR VICENTE ALBARRACÍN
Estimado Vicente
ResponderBorrarMi nombre es Vladimir Vera y soy director teatral.
Una de las obras que más he disfrutado en mi vida fue sus “Variaciones sobre un concierto Barroco”, un trabajo exquisito que nunca he olvidado.
Pero en relación a su post, estoy en total desacuerdo.
Esto puede ser un poco terrible, pero celebro la poca asistencia de jóvenes en los espectáculos que se presentan en las salas comerciales. El joven que va al teatro no debe pensar que solo existen estéticas caducas dentro del quehacer teatral. En cambio celebro que las obras de Katty Rubesz, Morris Merentes y Dario Soto, estén llenas de un público joven que exige una nueva visión teatral sin el polvo dominante de una estética que no ha superado los años 80. Soy un ferviente creyente que el teatro se debe regir por la primera ley de la termodinámica: «La energía ni se quema ni se destruye. Sólo se transforma.». Un espectáculo que no pase por esa transformación, para mí (dentro de mi concepción limitada) no es teatro. Hay una transformación de energía en la maravillosa puesta de Pessoas de Rubesz, hay un vertigo en Manteca de Merentes e inclusive hay un trabajo digno de parte de un veterano del teatro como es el caso de Humberto Ortíz en Lo importante es que nos miramos. Teatro, obras que buscan cambiar al espectador, que comunican. Y a mi lado, mientras veía esas obras había un público joven; el mismo público que está cansado de las estéticas caducas, donde el director no sabe cual es el tema de la obra, la puesta posee contradicciones desde la paleta de colores hasta la utíleria y los actores no tienen ni idea de lo que dicen. Hay un vuelco cultural en este momento. El teatro, no el que está en las salas comerciales, está pasando lo que le sucedió a Grotowski en su tiempo, en su pequeño teatro abandonado en un pueblo. La experimentación está en las salas que siempre han existido en Caracas (Teatro San Martín, TET, Laboratorio Anna Julia Rojas) y en las nuevas salas que ahora apuestan por un teatro con contenido, como son la Sala Cabrujas y la experimental del Celarg. Mi última obra (Crónicas Palahniuk) hizo 2 temporadas y siempre estuvo llena de público joven, público que iba más que todo por curiosidad de ver una obra basada en textos del autor de Fight Club (Chuck Palahniuk) y después la veían 2 veces. Público joven que me decía que no iba al teatro porque no les interesa escuchar a viejas hablando de la menopausia, a jóvenes hablando que quieren engañar a sus novios o a animadores divagando acerca de su ego. Es aquí cuando me preocupo, señor Albarracín, al ser usted uno de los directores que más admiré en mi adolescencia. ¿Qué hace usted tan lejos del teatro? El teatro ya no vive en las salas comerciales. Vive en los festivales de performances de la alcaldia de chacao, vive en las salas de siempre, pero ahora los directores tienen otros nombres. Le invito a que se atreva a ir al Peraza, al San Martín, al Laboratorio o a la Sala Cabrujas. Esto es igual que el cine. Uno puede escoger ver a Eddie Murphy vestido de mujer ó las nominadas al oso de Berlín. La opción que tome lo definirá. Y prefiero ver a los jóvenes actuales viendo “La cinta blanca” de Haneke, antes que otra cosa.
El teatro está allí, latiendo. Solo nos falta usted.
Hola Vladimir,
ResponderBorrarMuy interesante tu comentario.
Desafortunadamente no he podido aproximarme a esos montajes que mencionas, pero estoy muy interesado en conocer más de lo que están haciendo, de hacia donde están investigando y de cómo el público los ha acompañado.
Por mi experiencia considero que en el teatro el impacto que pueda generar un montaje en su sociedad es escencial para que la propuesta trascienda. Si no ¿cómo estamos todavía hoy hablando de Grotowsky?, su impacto ha cruzado el océano y los años para sembrarse en gente joven, como tú. Obviamente esto comenzó con un gran impacto en su entorno.
Tal vez he estado demasiado desconectado y por eso no me he aproximado, o tal vez ese teatro es de verdad invisible para un importante sector de nuestra sociedad. No podría saberlo.
Te quisiera pedir que me ayudes a conseguir información de cualquier nueva función de estos espectáculos para verlos, te quería pedir más información de tu trabajo y te adelanto que luego de casi 10 años en el mundo de la TV he decicido volver a recorrer la escena teatral venezolana.
Así que ya nos veremos,
Saludos,
vicente Albarracín
Este fin de semana son las últimas tres funciones de un taller montaje que dirigí basado en "Jacobo y la sumisión" de Eugene Ionesco, que titulé "Ensayo sobre la sumisión". Las funciones son el viernes y el sábado a las 7:30 y el domingo a las 6:00, en la Sala Luis Peraza. Te extiendo mi invitación.
ResponderBorrarSaludos
VV
Ahí estaré Valdimir.
ResponderBorrarGracias x informar