“Ensayo sobre la sumisión” y “La ola” son dos montajes con planteamientos casi opuestos, con equipos de trabajo muy disímiles, en teatros y en zonas de la ciudad totalmente diferentes, y por supuesto con públicos extremadamente distintos. Uno es en el Teatro Luis Peraza en los sótanos de la Iglesia San Pedro, en Valle Abajo, el otro en el Espacio Plural del Trasnocho. Ambos montajes son dirigidos por directores jóvenes: Vladimir Vera y Armando Álvarez respectivamente.
Quien haya visto ambos montajes puede dar fe que son absolutamente diferentes. Al extremo. Basta ver lo distinta que son las dos fotos que ilustran este post. Sin embargo, de entre tantas diferencias surgieron ciertas cosas que ya no me resultaban tan distintas. Por el contrario, empezaron a aparecer una tras otra cosas muy parecidas.
La primera cosa en la que se parecen ambos montajes es en la calidad de los actores jóvenes que vi. En general son actores talentosos, con mucha entrega, con técnica y con una evidente disciplina hacia el trabajo.
Luego descubrí algo más interesante: ambos montajes tocaban temas políticos. El totalitarismo en “La ola”, la sumisión en “Ensayo…”. Ambos temas fuertes, ambos montajes con una intencionalidad clara de exponer -sin límites- temas que son importantes en nuestra sociedad. El maltrato, la burla, la confrontación estéril, la sumisión, el poder, la manipulación, la relación de la juventud con las generaciones precedentes, son todos temas que se exploran simultáneamente en ambos montajes.
Y a partir de ahí la lista de similitudes crece y crece: en ambas hay utilización del video, ambos montajes son exigentes físicamente, en las dos el público no está sentado a la italiana sino muy cerca del espectáculo, ambos son espectáculos para poco público (80 en trasnocho, 50 en TLP), ambos terminan con mensajes escritos para ser leídos por el público (se me hizo como un momento Brecht), ambas obras tuvieron personajes fumando marihuana (de mentira, claro), así como personajes pintando graffitis con spray.
Y viene la similitud que más me interesó. En ambos casos sentí a unos actores muy involucrados con lo que estaban planteando. Deseosos de hablar de ese tema. No de otro. Con cierto compromiso que se dejaba ver por la intensidad de su interpretación, por la manera de decir, de actuar, de vivir la obra. Actores comprometidos, que les dicen.
Hablando con uno de ellos al final de una de las funciones pude saber de sus convicciones, sus proyectos, su generación. Me acordé de la canción “Radio Capital” de La Vida Bohéme, que por cierto forma parte de la banda sonora de “La ola”, que repite una y otra vez “esta es nuestra fiesta” que parece recordar a su generación (incluyendo los teatreros) que no es el futuro lo que les pertenece, sino el hoy: ¡esta es su fiesta!
(Click aquí y van al MySpace de La Vida Bohéme para que oigan la canción Radio Capital)
Aunque ambos montajes obtienen resultados muy diferentes de la audiencia en ambos casos pude constatar el fuerte impacto que la obra deja en el público. Desde las muchachas exaltadas que no paraban de comentar la obra saliendo del Espacio Plural del Trasnocho, hasta en el Teatro Luis Peraza la señora con taquicardia que se asustó cuando le pregunté qué le había parecido la obra.
FOTO SUPERIOR "LA OLA", FOTO INFERIOR "ENSAYO SOBRE LA SUMISIÓN". AMBAS FOTOS TOMADAS DE INTERNET.